Renovarse o morir
Conocida expresión generada a partir de la de Unamuno “el
progreso consiste en renovarse”, pero… ¿qué pretendía transmitir exactamente
Unamuno? ¿Qué entiendes tú por renovarse (uno mismo) o renovar algo?
Sin duda, la
clave consiste en la acepción de renovar
utilizada, puesto que es una de esas palabras de nuestro idioma con múltiples
significados, incluso dispares, lo que puede llevarnos a analizar
heterogéneamente una cuestión creyendo erróneamente que lo estamos haciendo de
forma homogénea con el resto de actores: aplicado al mundo laboral personal (formarse,
reciclarse) o empresarial (cambiar productos, procesos, etc.) deberemos
determinar de forma precisa a qué renovación nos referimos.
Quizás
pretendas referirte a su primera acepción “Hacer como de nuevo algo, o volverlo
a su primer estado”, bastante próxima a nuestros efectos a la segunda “Restablecer
o reanudar una relación u otra cosa que se había interrumpido” o a la sexta “Reiterar
o publicar de nuevo”, esto es, que algo ya existente e incluso olvidado vuelva
a ponerse de moda, cayendo en un pobre y simple “retro” o peor aun “vintage” inadecuados,
por falta de otras opciones. En uno mismo es peligroso por estancado en
posturas del tipo “esto siempre lo he
hecho así...”. Empresarialmente, implica frecuentemente orientarse al puro y
simple volumen de negocio cortoplacista
para tapar carencias innovadoras, al menos parcialmente.
O tal vez pretendas referirte a su tercera
acepción “Remudar, poner de nuevo o reemplazar algo”, equivalente para nosotros
a la cuarta “Sustituir una cosa vieja, o que ya ha servido, por otra nueva de
la misma clase” e incluso en cierta medida con la octava “Novar”. Este caso es
ciertamente profundo y según en qué situaciones cuestionable por innecesario, prematuro
o poco ético. Si funcionalmente hay carencias insalvables, es lo correcto si no
queda otra opción. En otro caso hay que concluir que la renovación, en la mayor
parte de las ocasiones, corresponde a intereses pura y simplemente
especulativos.
Como ejemplo simple y cercano podemos nombrar el, en general, excesivo
consumismo generando rotaciones innecesarias, caso típico de las “nuevas” tecnologías
(smartphone, phablet, tablet…), cuyas prestaciones adicionales además de aportar
escasos diferenciales ¿son realmente necesarias?
O en el campo personal laboral, por ejemplo formándote en áreas o
herramientas equivocadas o no aplicables directamente a tu perfil, por puras “modas
formativas” que en ocasiones también se dan, por lo que se pierden recursos
preciosos cuando están bien empleados.
En el caso empresarial se aplica escasamente a la tecnología,
maquinaria, instalaciones… pero frecuentemente a los Recursos Humanos,
sustituyendo “senior” por “junior” e incluso por “precarios” (al menos referido
a coste, no a experiencia) solo por cuestiones económicas, pero no precisamente
objetivas (exceso de capacidad productiva, inviabilidad económica…) que deberían
admitirse como legítimas, sino de incremento de márgenes puro y duro. Esto
debería reflejarse, y poderse auditar, en una verdadera Responsabilidad Social Corporativa
y no en la actual, quizás “demasiado voluntaria” o poco normalizada.
Pero
si buscas la verdadera excelencia en tu gestión de la renovación, indefectiblemente
deberás aplicar en ambos campos, personal y empresarial, la quinta acepción “Dar
nueva energía a algo, transformarlo”, siempre previamente a aplicar la tercera
y equivalentes según el párrafo anterior, que ciertamente llegarán a ser
necesarias en algún momento, sin duda. Un ejemplo ilustrativo lo obtenemos de
la propia definición del término, en su séptima acepción: “Dicho de un sacerdote:
Consumir las formas antiguas y consagrar otras de nuevo”. Esto es, agotar, al menos en términos razonables,
las prestaciones del activo que se trate, previa renovación parcial, reparación,
formación o incentivos adecuados… Acudir prematuramente a la sustitución es típico
de gestores mediocres, y si además añadimos la incidencia en la sostenibilidad
(de cualquier tipo), probablemente estaremos perjudicando esta de forma innecesaria.
En definitiva: Renovarse o morir…
si, siempre, pero procurando renovar dejando
por el camino el menor número de muertos,
incluidos otros a corto plazo, nosotros mismos a largo plazo, o incluso hipotecar
la sostenibilidad de un futuro lejano que ciertamente no nos pertenece.
Comentarios
Publicar un comentario